el exito de un ahorcado es directamente proporcional a la distancia que hay entre el piso y zapatos...
lunes, 25 de febrero de 2008
Destellos
(La vela puerca en su presentacion en Cosquin Rock 08)
La Sin Razon
¿Dónde se habrá ido su sol?
¿Dónde irá a pisar, esta vez?
¿Sobre que baldosa llorar, para poder vomitar, lo que le dijo una vez?
¿Por qué ya no puede volar?
(le tiene agarrado los pies)
algún día, lo va a soltar
¡y luego se va a estrellar!
contra lo que debe ser...
Será porque no quiere compartirla con el miedo..
Será que hoy, su dado, no quiere tirar de nuevo
¡Y a reventar!
hasta que ya no quede, ni una parte..
Me dijo ayer
ya no quiere robarte y menos darte...
¿Dónde mierda esta la verdad?
(se esconde adentro de su piel)
Lo saluda la sin-razón, detrás de su corazón, queda un poquito de miel..
Se para a pedir otra más
(la burbuja ciega su sed)
y con un toque de piedad, busca dentro de su edad
como salir otra vez.
domingo, 24 de febrero de 2008
lunes, 18 de febrero de 2008
Los cabezones
Homenaje al bar de los Cabezones 1982-2008
Un cuarto de siglo con la cultura santiagueña
el 29 de febrero 2008
a las 20 h.
Nos reuniremos en Independencia 187 para homenajear al
Bar de los Cabezones, a Alberto y Ramón Paz,
y a los sueños que compartimos.
Celebramos el 25º aniversario
de una apuesta fuerte a la música, la cultura, y la crítica.
Han pasado veincinco años desde que Alberto Ari Paz y su hermano Ramón Paz abrieron esta puerta, en febrero de 1982. ¿Qué los llevó a hacerlo? Ellos lo dirán, pero yo me lo imagino. Pienso que fue una decisión muy sana, y hasta muy santiagueña: hacer música, bailar, cantar entre amigos.
Allí está la semilla de la que brotó esta empresa verdaderamente romántica, que constituye toda una tradición en esta provincia. Don Miguel Simón lo hacía bajo el algarrobo de su casa, como antes lo había hecho el Tata Nachi Gómez, y como lo hicieron después los Carabajal y los Saavedra.
Los hermanos Paz trasladaron esta institución popular desde los suburbios al centro, del piso de tierra al pavimento, de los sectores populares a la clase media. El bar fue su fachada, pero su espíritu es un algarrobo centenario.
En torno a esa convocatoria, a esa sombra protectora, crecieron otras actividades. Las mesas se fueron poblando de peregrinos que con el tiempo se hicieron habitués.
En una se hablaba de literatura; estaba formada principalmente por escritores, ya fueran noveles, nóbeles, veteranos, difuntos o resucitados. En otra se filosofaba impunemente. En una tercera se hablaba del pasado, el presente y el futuro, en clave de política, arte, historia, pintura, arte dramático, o simplemente de cambios de costumbres.
¿No estaré exagerando? Me dirán que también se hablaba de apuestas (climatológicas y fubolísticas), puestos (públicos), depuestos (dirigentes, funcionarios, ministros, generales, comisarios o emisarios) y supuestos (en esto siempre fueron pródigas las mesas de los bares santiagueños). También se hablaba de las personas que tenían la buena suerte de pasar por la vereda en ese momento, y suscitar un saludo, un comentario, o un estornudo.
Sí, sí, también se habló de eso, y de las propiedades de la cerveza bebida bien fría para cortar, a las 9 de la mañana, entre tantos otros temas que tengo anotados.
Pero estas son las generales de la ley. ¿De qué otra cosa se habla en el bar del pueblo sino de los acontecimientos? Cuando llegaron los españoles a poblar la avenida de Mayo, pusieron hoteles y cafés. La vida urbana reclamaba un nuevo escenario, y ese escenario fue el café español al que se comenzó a llamar bar, palabra inglesa. Esta combinación anglo-hispana es una típica creación argentina.
Esas tradiciones se funden en este territorio especialísimo de 280 m2 ubicado en un punto específico dentro del itinerario cultural del microcentro santiagueño. En la convulsionada vida social y política del país y de Santiago del Estero de las últimas décadas este lugar constituyó un espacio cultural de carácter bien definido, propio, y también característico de la época.
¿Cuáles son sus rasgos? Santiagueñísimo en su impronta musical, y hasta tradicionalista, fue un tanto cenacular y exclusivo. Pero, al mismo tiempo, fue un espacio controversial, de discusión.
Fue un importante reconocimiento que en el año 2004 el programa CAFÉ CULTURA NACIÓN lo eligiera como sede de charlas y conferencias de intelectuales y artistas visitantes.
Pero hacía ya años que el Bar de los Cabezones ocupaba ese lugar. Presentaciones de libros, conferencias, exposiciones de pintura, cine con debate, lectura de poesía y diálogos de café se sucedieron, además de las convocatorias musicales de viernes y sábados.
Esta diversidad de actividades se mostró desde sus comienzos, y fue particularmente intensa durante los últimos quince años. Durante los periódicos silenciamientos que los poderes han tenido la costumbre de imponer sutil o explícitamente en esta provincia, la sombra de este algarrobo cobijó también una represa, un jagüel, un abrevadero, donde muchos vinimos a decir o escuchar la palabra que en otros sitios no cabía.
Por todo eso, es difícil calcular cuantas personas cruzaron esta puerta desde entonces para tomar un café, escuchar música, y charlar con los amigos. Es difícil calcular cuántas ideas, cuántos amores, cuántos humores se cruzaron aquí, sobre estas mesas. Es difícil calcular cuántos colores y cuantas formas hablaron desde las paredes: cuadros, tallas, esculturas, figuras dibujadas con carbón.
Es difícil calcular cuántas burlas, bromas, sátiras, retruécanos, chascarrillos y teorías descabelladas se dieron cita los sábados por la mañana. ¿Quién intentará el cálculo de músicas, géneros y acordes, que entre fugaces fusas, cajas sensitivas y bombos legüeros tejieron momentos inolvidables?
Ahora, la puerta debe cerrarse por un tiempo. Pero no se cerrará antes que recordemos que su nombre ya está inscripto en la historia cultural de Santiago del Estero.
Ya sabemos que la semilla fructifica después de haber viajado. Un viento acaso cierra hoy esta puerta. Mañana la abrirá. Allí estaremos, si no nosotros en sentido estricto, aquellos que compartan ese genius loci, el espíritu del lugar.
El texto me llego en un mail...
espero que sea un hasta luego y no un chau
Un cuarto de siglo con la cultura santiagueña
el 29 de febrero 2008
a las 20 h.
Nos reuniremos en Independencia 187 para homenajear al
Bar de los Cabezones, a Alberto y Ramón Paz,
y a los sueños que compartimos.
Celebramos el 25º aniversario
de una apuesta fuerte a la música, la cultura, y la crítica.
Han pasado veincinco años desde que Alberto Ari Paz y su hermano Ramón Paz abrieron esta puerta, en febrero de 1982. ¿Qué los llevó a hacerlo? Ellos lo dirán, pero yo me lo imagino. Pienso que fue una decisión muy sana, y hasta muy santiagueña: hacer música, bailar, cantar entre amigos.
Allí está la semilla de la que brotó esta empresa verdaderamente romántica, que constituye toda una tradición en esta provincia. Don Miguel Simón lo hacía bajo el algarrobo de su casa, como antes lo había hecho el Tata Nachi Gómez, y como lo hicieron después los Carabajal y los Saavedra.
Los hermanos Paz trasladaron esta institución popular desde los suburbios al centro, del piso de tierra al pavimento, de los sectores populares a la clase media. El bar fue su fachada, pero su espíritu es un algarrobo centenario.
En torno a esa convocatoria, a esa sombra protectora, crecieron otras actividades. Las mesas se fueron poblando de peregrinos que con el tiempo se hicieron habitués.
En una se hablaba de literatura; estaba formada principalmente por escritores, ya fueran noveles, nóbeles, veteranos, difuntos o resucitados. En otra se filosofaba impunemente. En una tercera se hablaba del pasado, el presente y el futuro, en clave de política, arte, historia, pintura, arte dramático, o simplemente de cambios de costumbres.
¿No estaré exagerando? Me dirán que también se hablaba de apuestas (climatológicas y fubolísticas), puestos (públicos), depuestos (dirigentes, funcionarios, ministros, generales, comisarios o emisarios) y supuestos (en esto siempre fueron pródigas las mesas de los bares santiagueños). También se hablaba de las personas que tenían la buena suerte de pasar por la vereda en ese momento, y suscitar un saludo, un comentario, o un estornudo.
Sí, sí, también se habló de eso, y de las propiedades de la cerveza bebida bien fría para cortar, a las 9 de la mañana, entre tantos otros temas que tengo anotados.
Pero estas son las generales de la ley. ¿De qué otra cosa se habla en el bar del pueblo sino de los acontecimientos? Cuando llegaron los españoles a poblar la avenida de Mayo, pusieron hoteles y cafés. La vida urbana reclamaba un nuevo escenario, y ese escenario fue el café español al que se comenzó a llamar bar, palabra inglesa. Esta combinación anglo-hispana es una típica creación argentina.
Esas tradiciones se funden en este territorio especialísimo de 280 m2 ubicado en un punto específico dentro del itinerario cultural del microcentro santiagueño. En la convulsionada vida social y política del país y de Santiago del Estero de las últimas décadas este lugar constituyó un espacio cultural de carácter bien definido, propio, y también característico de la época.
¿Cuáles son sus rasgos? Santiagueñísimo en su impronta musical, y hasta tradicionalista, fue un tanto cenacular y exclusivo. Pero, al mismo tiempo, fue un espacio controversial, de discusión.
Fue un importante reconocimiento que en el año 2004 el programa CAFÉ CULTURA NACIÓN lo eligiera como sede de charlas y conferencias de intelectuales y artistas visitantes.
Pero hacía ya años que el Bar de los Cabezones ocupaba ese lugar. Presentaciones de libros, conferencias, exposiciones de pintura, cine con debate, lectura de poesía y diálogos de café se sucedieron, además de las convocatorias musicales de viernes y sábados.
Esta diversidad de actividades se mostró desde sus comienzos, y fue particularmente intensa durante los últimos quince años. Durante los periódicos silenciamientos que los poderes han tenido la costumbre de imponer sutil o explícitamente en esta provincia, la sombra de este algarrobo cobijó también una represa, un jagüel, un abrevadero, donde muchos vinimos a decir o escuchar la palabra que en otros sitios no cabía.
Por todo eso, es difícil calcular cuantas personas cruzaron esta puerta desde entonces para tomar un café, escuchar música, y charlar con los amigos. Es difícil calcular cuántas ideas, cuántos amores, cuántos humores se cruzaron aquí, sobre estas mesas. Es difícil calcular cuántos colores y cuantas formas hablaron desde las paredes: cuadros, tallas, esculturas, figuras dibujadas con carbón.
Es difícil calcular cuántas burlas, bromas, sátiras, retruécanos, chascarrillos y teorías descabelladas se dieron cita los sábados por la mañana. ¿Quién intentará el cálculo de músicas, géneros y acordes, que entre fugaces fusas, cajas sensitivas y bombos legüeros tejieron momentos inolvidables?
Ahora, la puerta debe cerrarse por un tiempo. Pero no se cerrará antes que recordemos que su nombre ya está inscripto en la historia cultural de Santiago del Estero.
Ya sabemos que la semilla fructifica después de haber viajado. Un viento acaso cierra hoy esta puerta. Mañana la abrirá. Allí estaremos, si no nosotros en sentido estricto, aquellos que compartan ese genius loci, el espíritu del lugar.
El texto me llego en un mail...
espero que sea un hasta luego y no un chau
domingo, 17 de febrero de 2008
sábado, 16 de febrero de 2008
martes, 5 de febrero de 2008
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